Hipnocracía – Jianwei Xun (Andrea Colamedici)


Hipnocracía. Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad.
Jianwei Xun (Andrea Colamedici).
Editorial Rosamerón.
256 páginas.
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El filósofo que nunca existió, el libro que todos leímos, y la performance que expone la nueva arquitectura de la realidad.

En la era de la posverdad, donde el límite entre la ficción, la manipulación y la información se desdibuja, aparece un ensayo tan provocador como el tiempo que habitamos: Hipnocracía, firmado por el supuesto filósofo hongkonés Jianwei Xun. Publicado por la editorial española Rayo Verde, el libro se convirtió rápidamente en una referencia intelectual del pensamiento contemporáneo sobre el poder y los medios digitales. Hasta que se descubrió que Jianwei Xun no existía.

Detrás del seudónimo estaba Andrea Colamedici, filósofo y divulgador italiano, quien urdió una operación conceptual en la que el libro mismo actúa como herramienta de la tesis que plantea: ya no vivimos en democracias liberales ni bajo regímenes autoritarios, sino bajo una forma de dominio más sofisticada, más invisible: la hipnocracia.


El concepto

Colamedici —a través de su alter ego ficticio— define la hipnocracia como un modelo de poder que no reprime la verdad, sino que la disuelve. “Vivimos en un trance funcional colectivo”, advierte el texto, un estado inducido por algoritmos, narrativas virales y discursos polarizantes que nos mantienen informados pero incapaces de discernir. “Ya no se oculta la realidad, se multiplica hasta que desaparece”, sentencia.

La arquitectura de la hipnocracia se erige con ingredientes conocidos —redes sociales, big data, liderazgos carismáticos como Trump o Musk— pero su novedad radica en que el control no es coercitivo, sino seductor. La ciudadanía no está oprimida, está fascinada.


El libro como experimento

Pero Hipnocracía no es solo un ensayo sobre el poder: es también una performance. El 3 de abril de 2025, la periodista Sabina Minardi reveló en L’Espresso que Jianwei Xun era un autor ficticio. Su biografía, sus entrevistas, incluso sus influencias filosóficas, habían sido creadas por inteligencia artificial y editadas por Colamedici como parte de una “coreografía conceptual” destinada a provocar, en el lector, la misma confusión que el libro denuncia.

El escándalo fue inmediato. ¿Había sido un fraude o una genialidad filosófica? Para algunos, como el periodista español Carles Geli (El País), la operación rozaba la irresponsabilidad: “hipnotizar para hablar de hipnosis es como contaminar para denunciar el cambio climático”. Para otros, como el ensayista francés Éric Sadin, el gesto fue “una necesaria provocación ética para un tiempo sin referencias”.


¿Es esto filosofía o marketing?

La pregunta que divide a críticos y lectores es ética y estética: ¿puede una obra que miente conscientemente reclamar validez filosófica? La respuesta no es simple. Como escribió la revista Internazionale: “la operación es peligrosa, pero brillante. El autor no traiciona la filosofía: la expone a su última frontera”. En palabras del propio Colamedici, “no escribí un libro, fabriqué una experiencia”.


Conclusión

Hipnocracía no se deja clasificar. Es un ensayo, sí. Pero también un experimento, una provocación, una obra de arte conceptual, un desafío epistemológico. En su ambigüedad reside su poder: nos obliga a preguntarnos no solo qué leemos, sino quién lo escribe y por qué creemos lo que creemos.

En un tiempo donde el control no reprime sino entretiene, donde la información no ilumina sino confunde, Hipnocracía es un espejo incómodo. No ofrece salidas, pero deja claro el laberinto. Y si el lector se siente manipulado, quizá esa sea la señal de que el libro ha cumplido su cometido.